La crisis de las personas transexuales y transgénero en la cárcel
MY STORY: HARASSED AT MY HALFWAY HOUSE
Donisha McShan
I Believe in Me: Fighting for Trans Rights in Prison

“When I was paroled to The H Group, a halfway house in Marion, Illinois, to receive substance abuse treatment, I was excited about the opportunity to focus on my rehabilitation.

“But I was told by the staff members that I was a man, and that if I didn’t stop acting like a woman, I would be sent back to jail. They addressed me with male pronouns and titles, forced me to sleep in a room with four men, even though I didn’t feel safe, and periodically raided my belongings and confiscated anything they viewed as remotely feminine. They took my makeup, clothing, pedicure kit, magazines and curlers. They even took my pink shower cap.

“I filed a formal grievance with The H Group about the way I was being treated, and then Lambda Legal sent a letter. Four days later, I received a formal apology from the director of the facility. I felt proud and grateful. My personal items were returned and staff started treating me as a woman. I found for the first time that I was able to concentrate on treating my substance abuse and preparing for my release.”

La crisis de las personas transexuales y transgénero en la cárcel

Casi uno de cada seis estadounidenses ha estado en la cárcel, al igual que casi la mitad de todas las personas transexuales y transgénero de raza negra. Una vez tras las rejas, las políticas discriminatorias y la constante amenaza de una agresión sexual pueden transformar la prisión en un infierno para este grupo ya de por sí maltratado. 

Preguntas comunes y respuestas en español sobre las personas trans y las cárceles aquí.

Casi uno de cada seis estadounidenses ha estado en la cárcel, al igual que casi la mitad de todas las personas transexuales y transgénero de raza negra. Una vez tras las rejas, las políticas discriminatorias y la constante amenaza de una agresión sexual pueden transformar la prisión en un infierno para este grupo ya de por sí maltratado.

La crisis de las personas transexuales y transgénero en la cárcel forma parte de un patrón de violencia y discriminación más amplio en la sociedad estadounidense que afecta de manera desproporcionada a personas de color, personas pobres y personas transexuales, transgénero o que no se rigen por los estereotipos de género. “La excesiva vigilancia policiaca y la caracterización de perfiles (profiling, en inglés) de personas de bajos ingresos y de personas transexual y transgénero se intersecan”, como lo explica la organización Proyecto de Ley Sylvia Rivera (SRLP por sus siglas en inglés), “lo que genera un riesgo de encarcelamiento, acoso policial y violencia mucho mayor al promedio para las personas transexuales y transgénero de bajos ingresos”.

La violencia contra personas transexuales y transgénero  tiende a ser peor en lugares separados según el sexo, como las cárceles de condados, instalaciones de inmigración y prisiones. En los Estados Unidos, las personas transexuales y transgénero presas generalmente siguen siendo ubicadas según el sexo que les fue asignado al nacer, y no según su identidad de género, el sentido interno que tiene una persona de ser hombre o mujer. Esta política hace a las personas transgénero presas más vulnerables al acoso o ataque por parte del personal de las prisiones o de otros presos: Un estudio en California determinó que las personas transexuales y transgénero en la cárcel tenían una probabilidad 13 veces mayor de ser agredidas sexualmente que las personas presas que no son transgénero.

Los funcionarios de las cárceles estadounidenses por lo general también impiden que las personas transexuales y transgénero presas tengan acceso a atención médica relacionada con la transición de género, como terapia hormonal o cirugía de reasignación de sexo (CRS), aun cuando un doctor las haya recetado al considerarlas necesarias desde la perspectiva médica. (En la sección Mi historia, una persona que estuvo encarcelada en Wisconsin describe los devastadores efectos que estas prohibiciones pueden tener.)

La crisis de las personas transexuales y transgénero en prisión ha estado preocupando al público gracias a los esfuerzos permanentes de organizaciones como SRLP y el Transgender Gender Variant Intersex Justice Project (TGIJP). El resultado ha sido una serie de cambios significativos en la política pública e importantes precedentes legales.

Entre estos se cuenta la Ley (federal) para la Eliminación de las Violaciones Sexuales en Prisión (PREA, por sus siglas en inglés), la cual en el 2012 estableció normas nacionales que desde hacía mucho tiempo se habían exigido para prevenir, detectar y reportar violaciones sexuales en las cárceles. Asimismo, ahora está vigente una nueva política federal sobre la atención médica para personas transexuales y transgénero (ver Atención médica). En los tribunales, las víctimas de agresiones en prisión tanto transexuales como transgénero han obtenido remedio en repetidas ocasiones a partir de la decisión de la Corte Suprema en 1994, en el caso Farmer vs Brennan, y las personas encarceladas que luchan por el derecho a recibir atención médica relacionada con la transición han ganado casos en varios estados.

No obstante, estos sucesos legales prometedores no cambian el hecho de que las condiciones para las personas transexuales y transgénero que se encuentran recluidas siguen siendo discriminatorias y peligrosas. Si bien la ley PREA conlleva posibles sanciones financieras para los sistemas carcelarios, esta ley no permite a las personas impugnar las violaciones en los tribunales. El cumplimiento y la instrucción son una batalla cuesta arriba.

Esta hoja informativa es una guía para las personas transexuales y transgénero encarceladas, y sus aliados. Si tú o alguien que tú conoces ha experimentado agresión, discriminación, aislamiento forzado o negación del cuidado médico durante una detención de cualquier tipo, comunícate en español con la Línea de Ayuda de Lambda Legal.